Los perdedores y los autodidactas siempre saben mucho más que los ganadores. Si
quieres ganar, tienes que concentrarte en un solo objetivo, y más te vale no
perder el tiempo en saber más: el placer de la erudición está reservado a los
perdedores.”
Con estas credenciales se nos presenta el protagonista de Número 0,
un tal Colonna, un tipo de unos cincuenta años, baqueteado por la vida, que en
abril de 1992 recibe una extraña propuesta del señor Simei: se trata de
convertirse en subdirector de un periódico que se va a titular Mañana y que de
alguna manera va a adelantarse a los acontecimientos a base de suposiciones y
mucha imaginación. El periódico tendrá un talante popular y un estilo muy
cercano al público lector: frases simples, resultonas, que atrapen la atención
de quien quiere enterarse de las cosas pero no está dispuesto a pensar. Este
supuesto periódico nunca saldrá a la luz, pero sus 12 “Número 0” servirán a
quien está financiando a Simei para chantajear a los banqueros y políticos de
turno y entrar en las altas esferas del poder. Si finalmente la operación falla,
Colonna será el encargado de escribir un ensayo donde se cuenta la “verdadera”
historia de un periódico que nunca vio la luz porque su voz honesta ha sido
acallada por la casta…y naturalmente el libro lo firmará Simei. Colonna, que
hasta la fecha ha malvivido como documentalista para distintos periódicos y
editoriales, y en palabras de su ex mujer es un perdedor compulsivo, acepta el
reto a cambio de una cantidad considerable de dinero, y arranca la aventura.
Una novela inteligente, divertida y perversa, donde el límite entre la
realidad y la mentira, si es que existe, no importa. En ella hay aventura
detectivesca, hay amor, pero sobre todo juego. Incluso el lector se convierte en
una víctima más de este juego: nada nuevo se nos cuenta, pero la manera en que
Eco nos lo cuenta hace que sigamos la trama a uña de caballo, queriendo saber
más de algo que ya nos han contado mil veces.